El letrado dejó un vídeo en el que acusa al Gobierno de su muerte
"Buenas tardes. Mi nombre es Rodrigo Rosenberg Marzano, y lamentablemente, si usted está en este momento oyendo o viendo este mensaje, es porque fui asesinado". Así arranca un vídeo en el que un hombre sereno, de traje y corbata, anticipa su muerte con una naturalidad sobrecogedora.
Lo acribillaron este domingo, mientras paseaba en bicicleta por Ciudad de Guatemala. Rosenberg tenía 47 años y era un abogado de prestigio. Y en la grabación, difundida ayer, acusa directamente de su asesinato al presidente de la república, Álvaro Colom; a la primera dama, Sandra de Colom, y al secretario privado del mandatario, Gustavo Alejos, a los que implica en una trama de corrupción y lavado de dinero en el principal banco de Guatemala.
El vídeo, que ha sido escamoteado en algunos medios públicos, ha provocado una conmoción sin precedentes en un país curtido en sobresaltos. En una comparecencia en televisión, Colom rechazó "categóricamente" las acusaciones y pidió que no se utilice esa tragedia para "fines perversos que incentiven la ingobernabilidad". En un comunicado previo, el Gobierno apuntaba a una conspiración.
"Que no digan que es un complot", dice Rosenberg en su alocución. Es algo "simple y claro". "La razón de por qué estoy muerto es única y exclusivamente porque fui el abogado del señor Khalil Mussa". Mussa, un conocido empresario textil de origen libanés, ex presidente de la Cámara de Industria, fue asesinado junto a su hija hace un mes, tiroteados en la capital guatemalteca. Y sus asesinos, explica Rosenberg, son los mismos que irían después contra él, cuando se decidió a destapar la trama. "La historia, al final, es una historia como la que hemos vivido demasiado en Guatemala", dice el jurista, que estudió en Harvard y fue vicedecano de la Facultad de Derecho de la Universidad jesuita Rafael Landívar.
Todo arranca en diciembre, cuando el secretario del presidente, Gustavo Alejos, le pide a Mussa que se incorpore, sin sueldo, a la junta directiva del Banco Rural de Desarrollo (Banrural), de capital mixto, con el argumento de que se necesitan hombres de prestigio para ayudar al país. Mussa acepta, sin darse cuenta, dice Rosenberg, de que pretendían "utilizar su buen nombre" para encubrir "negocios ilegales y millonarios" en Banrural, donde "se financian los proyectos fantasma de la señora del presidente", se financian empresas tapadera "de lavado de dinero del narcotráfico, que lleva Gregorio Valdés [un constructor cercano al presidente] y se financian proyectos en los que son socios Colom, Valdés y Alejos". En resumen, "un hombre de bien cae en el engaño y termina en medio de una lucha de poderes entre ladrones", que optan por liquidarlo cuando "deja de ser útil" y se convierte en un problema. Las autoridades achacaron inicialmente el asesinato de Mussa a un conflicto con sus trabajadores. "Tengo las pruebas", dice Rosenberg. "Alejos y Valdés me dijeron que si seguía con este proceso, se encargarían de que no siguiera hablando".
El impacto del vídeo se deriva no solo del hecho de que tanto Mussa como Rosenberg eran ciudadanos reconocidos, sino del contundente llamamiento del abogado para que la sociedad se movilice. "Hemos caído en una letargia, como si fuera una Guatemala que ya no es nuestra, una Guatemala que es de los narcotraficantes, de los asesinos, de los ladrones". "No tengo complejo de héroe, ni tengo deseo de morir. Tengo cuatro hijos divinos, el mejor hermano, maravillosos amigos. Pero no podemos seguir igual. (...) El presidente y sus compinches están saqueando, están acabando con el país en medio de la peor ola de violencia, sin que hagamos nada".
El primer efecto ha sido fulminante. Las llamadas y los mensajes inundan las emisoras y los diarios digitales. Las redes sociales en Internet piden la renuncia del presidente. Las cámaras empresariales exigen una investigación a fondo y han solicitado la colaboración de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala. Colom aseguró ayer que apoyaría las pesquisas y convocó al anonadado cuerpo diplomático para pedirle su apoyo.
"Que no digan que es un complot", dice Rosenberg en su alocución. Es algo "simple y claro". "La razón de por qué estoy muerto es única y exclusivamente porque fui el abogado del señor Khalil Mussa". Mussa, un conocido empresario textil de origen libanés, ex presidente de la Cámara de Industria, fue asesinado junto a su hija hace un mes, tiroteados en la capital guatemalteca. Y sus asesinos, explica Rosenberg, son los mismos que irían después contra él, cuando se decidió a destapar la trama. "La historia, al final, es una historia como la que hemos vivido demasiado en Guatemala", dice el jurista, que estudió en Harvard y fue vicedecano de la Facultad de Derecho de la Universidad jesuita Rafael Landívar.
Todo arranca en diciembre, cuando el secretario del presidente, Gustavo Alejos, le pide a Mussa que se incorpore, sin sueldo, a la junta directiva del Banco Rural de Desarrollo (Banrural), de capital mixto, con el argumento de que se necesitan hombres de prestigio para ayudar al país. Mussa acepta, sin darse cuenta, dice Rosenberg, de que pretendían "utilizar su buen nombre" para encubrir "negocios ilegales y millonarios" en Banrural, donde "se financian los proyectos fantasma de la señora del presidente", se financian empresas tapadera "de lavado de dinero del narcotráfico, que lleva Gregorio Valdés [un constructor cercano al presidente] y se financian proyectos en los que son socios Colom, Valdés y Alejos". En resumen, "un hombre de bien cae en el engaño y termina en medio de una lucha de poderes entre ladrones", que optan por liquidarlo cuando "deja de ser útil" y se convierte en un problema. Las autoridades achacaron inicialmente el asesinato de Mussa a un conflicto con sus trabajadores. "Tengo las pruebas", dice Rosenberg. "Alejos y Valdés me dijeron que si seguía con este proceso, se encargarían de que no siguiera hablando".
El impacto del vídeo se deriva no solo del hecho de que tanto Mussa como Rosenberg eran ciudadanos reconocidos, sino del contundente llamamiento del abogado para que la sociedad se movilice. "Hemos caído en una letargia, como si fuera una Guatemala que ya no es nuestra, una Guatemala que es de los narcotraficantes, de los asesinos, de los ladrones". "No tengo complejo de héroe, ni tengo deseo de morir. Tengo cuatro hijos divinos, el mejor hermano, maravillosos amigos. Pero no podemos seguir igual. (...) El presidente y sus compinches están saqueando, están acabando con el país en medio de la peor ola de violencia, sin que hagamos nada".
El primer efecto ha sido fulminante. Las llamadas y los mensajes inundan las emisoras y los diarios digitales. Las redes sociales en Internet piden la renuncia del presidente. Las cámaras empresariales exigen una investigación a fondo y han solicitado la colaboración de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala. Colom aseguró ayer que apoyaría las pesquisas y convocó al anonadado cuerpo diplomático para pedirle su apoyo.
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