Mucho más que un sombrero. El “Panamá” fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El gobierno ecuatoriano no dudó en calificar de “justicia histórica” al reconocimiento de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Sí, Ecuador, porque el sombrero se fabrica en ese país sudamericano, y no en Panamá, como dice su nombre.
La ministra coordinadora de Patrimonio, María Belén Moncayo, señaló que la inclusión de esa obra tradicional en la lista de patrimonio cultural de la Unesco es una “justicia histórica” a su origen verdadero y a lo ancestral: “el reconocimiento de la Unesco reivindica históricamente a los trabajadores de la paja toquilla y la nacionalidad del producto”.
El “sombrero Panamá” consiste en un gorro de ala elaborado a partir de hojas de palmera, cuyas fibras requieren un proceso de cocción, secado, lavado, blanqueado, horneado y planchado, que puede llevar entre un día y ocho meses de trabajo, según su calidad y finura. Los tejidos de paja toquilla son famosos desde la conquista española. Los nativos de las poblaciones de Jipijapa y Montecristi fabricaban las tocas, una especie de lienzo ligero que se colocaban en la cabeza para protegerse de los rayos del sol. Los sombreros de paja toquilla son originarios de una fibra vegetal sacadas de la hoja de palma Carludovica palmata . Con el pasar del tiempo se manufacturaron tejidos más finos, derivándose el nombre de tocas a toquillas.
El sombrero es, además, un gran negocio.
Ecuador los exporta por un valor de 8 millones de dólares anuales, principalmente a Estados Unidos y a Europa, en especial a Alemania, Francia e Italia.
Dentro del país, el Panamá puede costar entre 80 y 100 dólares, pero fuera de sus fronteras y según la calidad puede trepar a 5 mil dólares.
De allí la distinción de esta belleza de ala ancha, de blanco marfil, puro glamour. Elegido por actores, actrices, modelos y millonarios de todo el mundo: Orson Welles, John Huston, Marlon Brando, Clark Gable, Humphrey Bogart, por nombrar sólo un puñado de amantes del “Panamá”. ¿Y por qué ese nombre si no se fabrica en ese país? Hay varias teorías. Una dice que para los norteamericanos que pisaban Ecuador era imposible pronunciar la palabra jipijapa, como se llama la ciudad donde lo hacen. Así que simplificaron el asunto diciéndole “Panama hat”. Otra asegura que el presidente Franklin Delano Roosvelt visitó el canal de Panamá en la década del 30 y se sacó una foto mientras lucía ese sombrero, y así se hizo popular.
El sombrero tardó mucho en canocerse, ya que se estima que en Ecuador comenzó a fabricarse en el siglo XVI.
Oriundos de la provincia de Manabí, no sólo se hacen en Jipicapa sino también en Montecristi. Un signo de distinción: el verdadero Panamá no sólo protege del sol sino también de la lluvia porque es impermeable.
El patrimonio cultural inmaterial designa prácticas y expresiones transmitidas de generación en generación, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional. Otros reconocimientos de este año fueron para las coloridas fiestas de “San Pacho” en Colombia, los frenéticos ritmos del “frevo” de Brasil, la fiesta de San Ignacio de Moxos en Bolivia, los “diablos danzantes” del Corpus Christi de Venezuela y la Fiesta de los Patios de Córdoba, en Andalucía.
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