Naufragaron, ella pasó 12 horas en el agua y él nadó 7 para salvarla
Doce horas a la deriva en medio del río. Sola. Con frío. Con olas de más de un metro. Le rezó a la virgen. Se disculpó por los errores cometidos. Se angustió por las asignaturas pendientes de la vida. Y por sobre todas las cosas, pensó mucho en sus dos hijas. La cabeza de Laura Di Battista no paró un minuto en esas doce horas de incertidumbre y desesperación. El final fue digno de película: a punto de sucumbir bajo las olas, congelada y muerta de sueño envuelta en la noche cerrada, vio las luces de un helicóptero. Entonces gritó como loca y finalmente la rescataron. Estaba en shock y con hipotermia.Ya más relajada, ayer a la tarde Laura –arquitecta, 37 años– contó la odisea a Clarín. Junto a su pareja, Luis Crespo, un piloto civil de 45 años, habían planeado ir a Colonia en su lancha, una Bermuda Linx. Partieron al mediodía del puerto de La Plata, donde vive la pareja. Pero al rato Laura empezó a sentirse mal y le pidió a Luis volver. Eso hicieron, pero no desandaron la ruta sino que tomaron otra, más corta, por Quilmes. "En un momento la lancha se averió. Se abrió el piso y empezó a entrar el agua y a hundirse", cuenta Laura. En minutos vieron desaparecer sus bolsos, sus documentos y celulares. "Gracias a Dios teníamos los chalecos salvavidas puestos", resalta la mujer. Ahí fue cuando hubo que tomar una decisión: "¿Qué hacemos?", se preguntaban los dos sin poder contestar. Luis decidió buscar ayuda. No era simple. Estaban a 6.000 metros de la costa. "Quise nadar, pero no podía, no tenía fuerza", cuenta Laura. Luis le dio un beso en la frente y dijo: "Mi amor. Voy a buscar ayuda. Esperá". Y se fue. Eran las 15.30.Luis nadó más de siete horas. Entre que llegó a la costa y avisó a Prefectura se hicieron las once de la noche. El operativo fue importante: salieron un guardacostas, tres embarcaciones rápidas y un helicóptero.A la una y media de la mañana dieron con ella, que al ver la luz del helicóptero empezó a gritar, hacer señales y soplar el silbato del chaleco. Un hombre se tiró desde el guardacostas y la subió al barco. Estaba shockeada y congelada. A las cuatro de la mañana una ambulancia que la esperaba en la costa la llevó al hospital Cestino de Ensenada. "Fue tremendo. Pedía que Luis llegara sano. Por suerte tiene un muy buen estado físico y no fuma, eso lo ayudó". Laura –tiene una revista y un programa de televisión sobre decoración y paisajismo– y Luis, ayer no podían creer que estaban vivos después de semejante accidente. Hablaban de sus hijas: ella tiene dos de 10 y 14 años y él una de 10, de matrimonios anteriores. "Volvimos a nacer. Sin dudas, volvimos a nacer".
Doce horas a la deriva en medio del río. Sola. Con frío. Con olas de más de un metro. Le rezó a la virgen. Se disculpó por los errores cometidos. Se angustió por las asignaturas pendientes de la vida. Y por sobre todas las cosas, pensó mucho en sus dos hijas. La cabeza de Laura Di Battista no paró un minuto en esas doce horas de incertidumbre y desesperación. El final fue digno de película: a punto de sucumbir bajo las olas, congelada y muerta de sueño envuelta en la noche cerrada, vio las luces de un helicóptero. Entonces gritó como loca y finalmente la rescataron. Estaba en shock y con hipotermia.Ya más relajada, ayer a la tarde Laura –arquitecta, 37 años– contó la odisea a Clarín. Junto a su pareja, Luis Crespo, un piloto civil de 45 años, habían planeado ir a Colonia en su lancha, una Bermuda Linx. Partieron al mediodía del puerto de La Plata, donde vive la pareja. Pero al rato Laura empezó a sentirse mal y le pidió a Luis volver. Eso hicieron, pero no desandaron la ruta sino que tomaron otra, más corta, por Quilmes. "En un momento la lancha se averió. Se abrió el piso y empezó a entrar el agua y a hundirse", cuenta Laura. En minutos vieron desaparecer sus bolsos, sus documentos y celulares. "Gracias a Dios teníamos los chalecos salvavidas puestos", resalta la mujer. Ahí fue cuando hubo que tomar una decisión: "¿Qué hacemos?", se preguntaban los dos sin poder contestar. Luis decidió buscar ayuda. No era simple. Estaban a 6.000 metros de la costa. "Quise nadar, pero no podía, no tenía fuerza", cuenta Laura. Luis le dio un beso en la frente y dijo: "Mi amor. Voy a buscar ayuda. Esperá". Y se fue. Eran las 15.30.Luis nadó más de siete horas. Entre que llegó a la costa y avisó a Prefectura se hicieron las once de la noche. El operativo fue importante: salieron un guardacostas, tres embarcaciones rápidas y un helicóptero.A la una y media de la mañana dieron con ella, que al ver la luz del helicóptero empezó a gritar, hacer señales y soplar el silbato del chaleco. Un hombre se tiró desde el guardacostas y la subió al barco. Estaba shockeada y congelada. A las cuatro de la mañana una ambulancia que la esperaba en la costa la llevó al hospital Cestino de Ensenada. "Fue tremendo. Pedía que Luis llegara sano. Por suerte tiene un muy buen estado físico y no fuma, eso lo ayudó". Laura –tiene una revista y un programa de televisión sobre decoración y paisajismo– y Luis, ayer no podían creer que estaban vivos después de semejante accidente. Hablaban de sus hijas: ella tiene dos de 10 y 14 años y él una de 10, de matrimonios anteriores. "Volvimos a nacer. Sin dudas, volvimos a nacer".
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