Los vuelos prolongados pueden esconder riesgo de muerte súbita
Por Anne Harding
Por Anne Harding
"Los cambios ambientales y fisiológicos que ocurren durante los vuelos comerciales pueden disparar o exacerbar las condiciones cardíacas y pulmonares preexistentes", dijo a Reuters Health el coautor del estudio, el doctor Mark Gendreau, del Centro Médico de la Clínica Lahey, en Massachussets.
"Las personas deberían consultar con sus médicos si tienen problemas de salud graves antes de subir a un avión", recomendó el autor.
Casi 2.000 millones de personas vuelan cada año, precisó en la revista médica The Lancet el equipo formado por Gendreau y la doctora Danielle Silverman, del Hospital de la Georgetown University, en la ciudad de Washington.
La reducción de la presión dentro de la cabina del avión cuando alcanza la altitud de crucero dificulta la retención del oxígeno en la sangre, explicó Gendreau.
La mayoría de las personas saludables puede compensar esa reducción de la saturación del oxígeno, pero para quienes tienen dolencias que disminuyen el nivel de oxígeno en sangre, como enfisema o insuficiencia cardíaca, eso puede ser riesgoso, en especial en los vuelos que duran más de dos horas.
Los médicos deberían recomendarles a esos pacientes llevar un tanque de oxígeno.
Volar inmediatamente después de una cirugía también puede producir problemas, agregó Gendreau.
Esto es especialmente importante para las personas que viajan para realizarse una intervención; por ejemplo, quienes vuelan a Canadá para someterse a una cirugía láser para corregir la visión o a América latina para realizarse una cirugía plástica más económica.
"Cualquiera sea la cirugía o el procedimiento electivo que se realice, hay que preguntarle al cirujano cuándo se podría volar", aconsejó el experto.
Los vuelos prolongados, que son aquellos que duran ocho horas o más, aumentan el riesgo de formación de coágulos potencialmente fatales en las piernas, agregó Gendreau.
Ese riesgo se cuadruplica para las personas saludables durante los vuelos largos y aumenta mucho más para las personas con enfermedades que promueven la formación de coágulos.
Las mejores estrategias para prevenir esos coágulos potencialmente mortales, dijo el coautor, son de sentido común e incluyen mantener el organismo bien hidratado, evitar la cafeína y el alcohol, levantarse del asiento para estirarse y caminar por la cabina y hacer ejercicios de estiramiento de las pantorrillas en el asiento.
"En la mayoría de las personas, eso basta para minimizar todo riesgo", señaló Gendreau.
Los investigadores advierten que algo por lo que los viajeros no deberían preocuparse demasiado es el riesgo de contraer enfermedades contagiosas.
Mientras que los vuelos intervienen en la diseminación geográfica de enfermedades durante una epidemia, según Gendreau, el riesgo de contraer una infección está limitado a las personas sentadas a dos filas de la persona infectada.
De hecho, destacó el autor, dado que los aviones usan filtros HEPA para mantener limpio el aire de la cabina, un avión podría resultar algo más seguro que otros medios de transporte, como por ejemplo el autobús y el subterráneo, al menos cuando se trata de la gripe.
FUENTE: The Lancet, online 19 de febrero del 2009
"Las personas deberían consultar con sus médicos si tienen problemas de salud graves antes de subir a un avión", recomendó el autor.
Casi 2.000 millones de personas vuelan cada año, precisó en la revista médica The Lancet el equipo formado por Gendreau y la doctora Danielle Silverman, del Hospital de la Georgetown University, en la ciudad de Washington.
La reducción de la presión dentro de la cabina del avión cuando alcanza la altitud de crucero dificulta la retención del oxígeno en la sangre, explicó Gendreau.
La mayoría de las personas saludables puede compensar esa reducción de la saturación del oxígeno, pero para quienes tienen dolencias que disminuyen el nivel de oxígeno en sangre, como enfisema o insuficiencia cardíaca, eso puede ser riesgoso, en especial en los vuelos que duran más de dos horas.
Los médicos deberían recomendarles a esos pacientes llevar un tanque de oxígeno.
Volar inmediatamente después de una cirugía también puede producir problemas, agregó Gendreau.
Esto es especialmente importante para las personas que viajan para realizarse una intervención; por ejemplo, quienes vuelan a Canadá para someterse a una cirugía láser para corregir la visión o a América latina para realizarse una cirugía plástica más económica.
"Cualquiera sea la cirugía o el procedimiento electivo que se realice, hay que preguntarle al cirujano cuándo se podría volar", aconsejó el experto.
Los vuelos prolongados, que son aquellos que duran ocho horas o más, aumentan el riesgo de formación de coágulos potencialmente fatales en las piernas, agregó Gendreau.
Ese riesgo se cuadruplica para las personas saludables durante los vuelos largos y aumenta mucho más para las personas con enfermedades que promueven la formación de coágulos.
Las mejores estrategias para prevenir esos coágulos potencialmente mortales, dijo el coautor, son de sentido común e incluyen mantener el organismo bien hidratado, evitar la cafeína y el alcohol, levantarse del asiento para estirarse y caminar por la cabina y hacer ejercicios de estiramiento de las pantorrillas en el asiento.
"En la mayoría de las personas, eso basta para minimizar todo riesgo", señaló Gendreau.
Los investigadores advierten que algo por lo que los viajeros no deberían preocuparse demasiado es el riesgo de contraer enfermedades contagiosas.
Mientras que los vuelos intervienen en la diseminación geográfica de enfermedades durante una epidemia, según Gendreau, el riesgo de contraer una infección está limitado a las personas sentadas a dos filas de la persona infectada.
De hecho, destacó el autor, dado que los aviones usan filtros HEPA para mantener limpio el aire de la cabina, un avión podría resultar algo más seguro que otros medios de transporte, como por ejemplo el autobús y el subterráneo, al menos cuando se trata de la gripe.
FUENTE: The Lancet, online 19 de febrero del 2009
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