viernes, 20 de julio de 2012

No se puede confiar en nadie 26: Ni en Gatorade, Powerade y Lucozade???

A  una semana del mayor evento deportivo del planeta, los Juegos Olímpicos, una macroinvestigación acaba de destapar un fraude global en la industria de las bebidas isotónicas, un sector que mueve solo en EEUU unos 1.600 millones de dólares cada año. El estudio, elaborado por la revista médica British Medical Journal y la televisión pública británica BBC, muestra “una sorprendente falta de pruebas” para sostener que las bebidas isotónicas, los batidos de proteínas y las zapatillas especiales mejoran el rendimiento y la recuperación tras el ejercicio físico, como aseguran los anuncios de la industria deportiva. Las grandes marcas mienten.
El trabajo menciona 104 productos, como Gatorade, de PepsiCo, Lucozade, de GlaxoSmithKline, y Powerade, de Coca-Cola, la bebida oficial de los inminentes Juegos Olímpicos de Londres.
La investigación incluye nuevos datos suministrados por el Centro para la Medicina Basada en la Evidencia de Oxford que destapan la carencia de estudios científicos rigurosos para sostener los eslóganes publicitarios. “Es prácticamente imposible para los ciudadanos tomar decisiones informadas sobre los riesgos y los beneficios de los productos deportivos anunciados”, explican los autores en la macroinvestigación, publicada en la revista BMJ Open.
“Por ahora, las evidencias que tenemos nos conducen a una solución asequible, basada en el sentido común: comer una dieta equilibrada, beber agua, encontrar unas zapatillas cómodas y salir a hacer ejercicio con regularidad”, concluyen los científicos.
Un equipo de la Universidad de Oxford, dirigido por Carl Heneghan, buscó evidencias científicas que sostuvieran los eslóganes manejados por las grandes marcas deportivas para vender que sus productos mejoran el rendimiento. Analizaron 431 de estas afirmaciones encontradas en anuncios de 104 productos diferentes de bebidas isotónicas, batidos de proteína y zapatillas deportivas.
Si los propios anuncios no remitían a evidencias científicas, los investigadores solicitaban más información a las empresas. Algunas, como Puma, no facilitaron ningún dato. En el otro extremo está la farmacéutica GlaxoSmithKline, que suministró 174 estudios, la gran mayoría carentes del rigor necesario.
El 97,3% de los estudios de todas las empresas que pudieron analizar eran inaceptables por algún motivo. Muchos de ellos ni siquiera eran ensayos a ciegas, en los que el consumidor no sabe qué bebida está tomando para evitar el efecto placebo.
Así, los autores recuerdan un caso de un grupo de ciclistas a los que se les dio agua diciendo que era una bebida deportiva. Su rendimiento fue un 2% mejor que cuando se les dijo la verdad. Además, la mayor parte de los estudios de las empresas de bebidas isotónicas cuenta con una muestra ínfima de consumidores. La media es ridícula para los estándares de la ciencia: nueve personas.
La investigación pone patas arriba la imagen de estos productos deportivos sin pelos en la lengua. El experto en nutrición Mike Lean, de la Universidad de Glasgow, describe en un comunicado los batidos de proteína como “una forma más bien cara de conseguir un poco de leche”.
El profesor Tim Noakes, de la Universidad de Ciudad del Cabo (Suráfrica), cree que las bebidas deportivas, una bomba de azúcar, pueden ser útiles para atletas de élite, pero no para personas simplemente aficionadas al ejercicio. “Si evitaran las bebidas isotónicas estarían más delgadas y correrían más rápido”, afirma Noakes.
Los científicos temen que la popularidad de estas bebidas entre los niños, cimentada en eslóganes falsos, contribuya a disparar los niveles de obesidad. Las botellas de medio litro de Powerade Ion4, Lucozade Sport y Gatorade Perform contienen 19,6, 17,5 y 30 gramos de azúcar respectivamente. Una cucharadita de azúcar sólo pesa cuatro gramos.
Sin embargo, una cuarta parte de los padres de EEUU cree que las bebidas deportivas son saludables para sus hijos, según un estudio de la Universidad de Yale. La Academia de Pediatras de EEUU recomienda que los niños y adolescentes no tomen estas bebidas.
El grupo de Oxford también ha sido incapaz de encontrar evidencias que sustenten que las zapatillas deportivas especiales reducen las lesiones, pese a que la industria lleva décadas centrándose en factores como el control de la pronación, la rotación del pie hacia el interior al correr.
En un artículo complementario, la jefa de investigación del British Medical Journal, Deborah Cohen, detalla el pasteleo entre la industria y un grupo de científicos, encargados de ser un altavoz de estas supuestas bondades de las bebidas deportivas desde el pedestal de la ciencia. Cohen señala estudios científicos financiados por Gatorade, Powerade y Lucozade, realizados por científicos muchas veces a sueldo de estas empresas y publicados en revistas también financiadas en ocasiones por las mismas compañías.
La revista Medicine and Science in Sports and Exercise, del Colegio de Medicina Deportiva de EEUU, por ejemplo, está financiada desde hace años por Gatorade y Powerade. Otras revistas, como el British Journal of Sports Medicine (del mismo grupo que publica hoy la macroinvestigación), Nutrition, European Journal of Applied Physiology y el Journal of Sports Sciences tienen en su consejo editorial a científicos pagados por PepsiCo, Coca-Cola o GlaxoSmithKline.
Durante décadas, este entramado pseudocientífico ha fijado en el imaginario colectivo que los deportistas de cualquier nivel deben consumir bebidas isotónicas para rendir más. Y cuanto más, mejor. “Tu cerebro puede saber mucho, pero no sabe cuándo tu cuerpo tiene sed. Tienes que beber durante el ejercicio antes de sentir sed para disponer de suficiente líquido en tu cuerpo y mantener tu nivel de rendimiento”, dice Gatorade en una de sus páginas web. No hay evidencias científicas que apoyen esta obsesión por la hidratación.
“Estos mensajes engañosos se filtran todos los días a manos de científicos patrocinados por las empresas, que a su vez asesoran a los organismos deportivos de alto nivel”, explica Cohen. “Por ejemplo, el miedo a los peligros de la deshidratación se ha convertido en el evangelio y ahora influye en lo que bebemos cuando hacemos ejercicio. Es un triunfo del marketing sobre la ciencia”, resume.

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