El decreto de los obispos alemanes, difundido en Bonn (oeste), aclara que dejar de pagar ese impuesto significa dejar de pertenecer a esa Iglesia, de acuerdo a lo que hasta ahora eran ya la norma en esos casos.
Sin embargo, quien tome esa decisión no queda de inmediato excomulgado, sino que será invitado por carta por el párroco competente a una cita, en la que se les tratará de "convencer" de que "reconsideren" ese paso.
El detonante del decreto es el caso de un jurista experto en derecho teológico, Hartmut Zapp, quien tras apostatar en 2007 y quedar por tanto exento del pago del impuesto eclesiástico, reclamaba sin embargo su derecho a seguir siendo miembro de la Iglesia.
El Obispado de Friburgo (sur de Alemania) presentó demanda contra Zapp ante el Tribunal Federal Administrativo, que se espera aborde el caso el 26 de septiembre. El sistema fiscal alemán establece que queda exento del pago del impuesto religioso todo aquel que declare no pertenecer a ninguna iglesia o haberla abandonado, lo que implica hacer declaración de apostasía.
La posibilidad de quedar exento de esa tasa hace que muchos fieles abandonen formalmente la Iglesia, aunque siguen participando explícitamente de los sacramentos. En Alemania hay cerca de 24 millones de católicos, aproximadamente el mismo número que de protestantes, el otro colectivo religioso mayoritario del país. Cada año se producen unas 100.000 bajas, solo de la Iglesia católica, principalmente atribuidas al interés por quedar exentos del impuesto.
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