jueves, 22 de septiembre de 2011

Sin palabras 51: Caida de satélite, protesta y Berlusconi

Cerca de cien mil personas se reunieron ayer en el centro de Roma para pedir que el satélite norteamericano UARS, que caerá el próximo viernes a la Tierra, se precipite exactamente sobre la cabeza del controvertido político. El artefacto, de casi siete toneladas de peso y propiedad de la Nasa, agotó su combustible en 2005 y lleva sin control en el espacio desde esa fecha.
Los manifestantes italianos portaban grandes pancartas en las que se podían leer claramente las coordenadas exactas de la residencia de Il Cavaliere, y otras más precisas con los parámetros de su dormitorio, de su coche, o de su mesa de despacho. A la petición se unieron también varias asociaciones de astrónomos, y colectivos de aficionados a la aeronáutica espacial que se ofrecieron a colaborar desinteresadamente con la Nasa y la Agencia Espacial Europea a fin de dirigir la trayectoria del satélite hacia el primer mandatario de Italia.
Los manifestantes lanzaron varias proclamas a favor de que la Nasa se implicara en lo que califican como una señal del universo para hacer de la Tierra un mundo más decente. El grito más escuchado durante el transcurso de la protesta fue “Nasa, Nasa, que caiga en su casa”, refiriéndose a la casa del primer ministro. Berlusconi, haciendo gala de su provocador estilo, ya ha dicho que no dejará de moverse como una lagartija durante todo el viernes, y que en el caso de que cayese en su casa, aún tiene siete más, y mucho mejor decoradas. La marcha transcurrió pacíficamente durante toda la tarde hasta que llegó a la Piazza del Popolo y se encontró con otra manifestación a favor de que el satélite cayese sobre Andrew Huddart, Director General de Moody’s. Las discrepancias entre ambas concentraciones provocaron duros enfrentamientos que se prolongaron toda la noche, y en los que la policía tuvo que emplearse a fondo. Curiosamente, un helicóptero de una de las cadenas de televisión de Berlusconi sufrió una avería y se estrelló contra un neocon que imprecaba a los manifestantes. Uno de los portavoces de la protesta aseguró que era una señal del cielo, pero segundos más tarde cayó desplomado al suelo con una tasa de alcohol en sangre que superaba los 7,5 miligramos.

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