viernes, 22 de julio de 2011

Villanos 24: Gordon Gekko "La codicia es buena"

El punto es, damas y caballeros, que la codicia es buena. La codicia es correcta. La codicia funciona. La codicia, en todas sus formas, ha marcado el desarrollo de la humanidad".
El autor de estas palabras es Gordon Gekko, el agresivo financista interpretado por Michael Douglas en la película de Oliver Stone, Wall Street (1987). Aquel magnífico papel le valió a Douglas un Oscar al mejor actor. Gekko, por su parte, quedó inmortalizado como la encarnación de la codicia financiera capitalista.
En 2002, la revista Forbes lo eligió como uno de los 15 personajes de ficción más influyentes del mundo de los negocios junto con Ricky Ricón, Cruella De Vil, Charles Montgomery Burns y Charles Foster Kane. A través de sus inversiones, el neoyorkino Gekko acumuló una fortuna personal de unos 650 millones de dólares.
Pero, ¿cuál era exactamente su negocio?
Una de sus tantas operaciones consistía en el arbitraje de riesgos en fusiones y adquisiciones.
Típicamente, cuando una empresa A pretende absorber a una empresa B, ofrece un precio por acción superior a la cotización actual de mercado. Así, entre la propuesta y la concreción final de la operación, suele transcurrir un lapso donde el valor de mercado de la acción se mantiene por debajo del precio ofertado por el comprador.
En este momento, Gekko hace su aparición comprando agresivamente acciones a un valor inferior al precio esperado del deal. Así, si la operación finalmente se concreta, el especulador revende sus tenencias y embolsa una jugosa diferencia.
Para Gekko, el riesgo radicaba en que finalmente la adquisición no se concretara, ya sea porque el comprador desistiera o la junta de accionistas rechazara la propuesta. Pero este hábil financista de Wall Street mitigaba aquellos riesgos gracias a su privilegiado acceso a información interna de las compañías involucradas.
Otra de las actividades de Gekko era la compra, a bajo valor, de compañías en problemas para dividirlas en partes, reestructurarlas y vender sus distintas unidades al mejor postor.
Teldar Paper era un fabricante de papel endeudado hasta la médula. En los últimos meses, Gekko había comprado acciones de la empresa a bajos precios hasta convertirse en su principal accionista (aunque sin alcanzar el 51 por ciento).
Ahora bien, para dividir la empresa en partes y venderlas, necesitaba la aprobación de la asamblea de accionistas, es decir, necesitaba convencerlos que la operación también sería lucrativa para ellos. Y, en este marco, Gekko pronunció el célebre discurso de "la codicia es buena".
Básicamente, su intención era demostrar que el management de Teldar había llevado a la compañía a una lamentable situación de endeudamiento. Pero, mientras los accionistas veían destruirse su valor, los 33 vicepresidentes de la compañía (que, en conjunto, poseían menos del tres por ciento de las acciones) ganaban más de 200 mil dólares por año. Un gran ejemplo de empresas pobres con ejecutivos ricos. En palabras de Gekko: una desvergonzada estafa a los accionistas.
En definitiva, este neoyorkino adicto al trabajo que usaba pantalones con tiradores quedó en el imaginario de los negocios como un auténtico representante del Wall Street de los '80, un mundo donde los altos financistas compraban, vendían y reestructuraban empresas a piacere mientras los empleados miraban, casi sin comprender, cómo sus puestos de trabajo quedaban a merced de estos codiciosos tiburones de las finanzas.
Fuente: http://www.materiabiz.com/mbz/biografas.vsp?nid=32936

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